Llega el verano y con él no sólo se abren la agenda de fichajes galácticos sino que también se abre la agenda para apuntar fechas y celebraciones.
Sí, “señores y señoras” llegan las bodas... Será que una se hace mayor y los de alrededor cierran ciclos... Lo cierto es que esta cadena interminable parece no tener fin a lo que se le suma un monotemático tema de conversación, acompañando, claro está, al mojito de turno: “tengo diez bodas este año”.
Bien es cierto que debería mojarme y dar mi opinión al respecto pero, despacito y con buena letra, hagamos un análisis general de las opiniones de los que me rodean.
Si todo ser vivo se ciñe a grupos, clasificaciones y taxonomías los invitados de los enlaces no iban a ser menos nos encontramos con:
1)Los amigos: se alegran por la “buena nueva”, la boda es para ellos una acontecimiento histórico similar a la Copa del Mundial de fútbol, disfrutaran con los novios y con el resto de seres. Para ellos será un día memorable.
2)Los “meimportanunamierdalosnovios”: este ser se caracteriza por ansiar cualquier tipo de celebración si ello implica su propio divertimento etílico. No se alegra por sus ¿amigos? sino que quiere reunirse con otros semejantes a los que no ve desde hace tiempo.Cualquier juerga es buena. ¿Y los novios? !A los novios que les den!
3)Los contables: en los tiempos que corren no debemos dejar pasar a este grupo. A ellos no le salen las cuentas y en ocasiones se ven forzados a ir a bodas en las que sólo son un número más, sin embargo, lo pasan mal por no poder acudir a otras bodas a las que desearían ir.
Es decir, la especie se dividiría en dos subgrupos:
-Los contables “ojalánomeinviten”: no pueden ni quieren ir.
-Los contables “quieroynopuedo” quieren ir pero tienen todo en su contra: la economía, el tiempo e incluso los astros, que no se alinean.
4)Las marujas y los “marujos”: disfrutan estos eventos. Su única pretensión es ir él/la mejor vestido/a del enlace y al día siguiente tener un tema de conversación de lo más discernido: “¿sabes que aquel, sabes que aquella?.
5)Los resignados: piensan como nuestros ancestros, el acudir o no es una cuestión de honor. Hay que ir a estos eventos por cojones, aunque no quieran ir.
6)Los sorprendidos: les sorprenden la invitación. Otra vez nos encontramos con dos subgrupos:
-Los “sorprendidos para bien”: al sorprendido para bien le enternece recibir noticias de aquellos a los que guarda un especial cariño. No le hace falta tener una persona al lado, todos los días, para saber que esa persona es especial. Su amigo o amiga ha sido selectivo/a y se ha acordado de él o de ella. Irán al enlace en el que sufrirán una pequeña metamorfosis pasando a ser “ sorprendidos y amigos” (veáse grupo1).
-Los “sorprendidos para mal”: suelen preguntarse ¿por qué yo?. “La boda es un “sacadinero”... !Si no me felicita ni por mi cumpleaños!... !Desde que cumplí los 6!
7)Los románticos: esta última especie disfruta. Viven poseídos por el espíritu de las películas de Sandra Bullock. Da igual que vayan al mismo salón de bodas cada dos meses, todo será perfecto.
Pero por otro lado, y no es que Mario Vaquerizo y su esposa me hayan dado ninguna idea, si algún día lo hiciera sería muy distinto y más informal.
La verdad es que hasta el momento he disfrutado bastante en las bodas que he ido, sobre todo porque se han casado aquellos a los que realmente tengo aprecio. El problema será cuando no sea así y me vea abocada o impulsada a cambiar de “especie”...
Aún así lo diré: no quiero casarme, me gustan las bodas y sí, lo admito, veo todas las películas de Sandra Bullock.
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